martes, 28 de junio de 2011

"EL VIEJO Y POCO SALUDABLE HÁBITO DE SIEMPRE COMPARARME CON LOS DEMÁS"

¡Hola a todos! ¿Cómo han estado? Espero que muy bien y contentos. En ésta oportunidad estoy con ustedes para hablar de éste tema tan común entre tantas personas de todas las edades (desde niños hasta adultos de todas las edades): El compararnos constantemente con los demás para descalificarnos.

Sin duda alguna, ésta representa una de las principales fuentes de insatisfacción e infelicidad en las personas. La sociedad global se ve imersa en una constante compentencia comparativa sin sentido y sin resultados que tengan algo que ofrecernos.

Son dos las razones que nos motivan a compararnos con los demás de manera poco saludable. La primera, el tomar a la persona con la cual nos comparamos como punto de referencia para recordarnos y "confirmarnos" que no somos como quisieramos ser, ni estamos donde quisieramos haber llegado y que esa otra persona si. Es decir, las personas con las cuales nos comparamos nos "sirven" a forma de pruebas y/o evidencia de nuestras limitaciones y fracasos. La segunda, para sentirnos bien de el otro "está tan mal como nosotros o que está peor", nos sirve como una especie de compensación emocional. En conclusión, nos comparamos para ponernos por debajo y por encima de los demás. De alguna manera, las personas han aprendido que considerarse mejor o peor que otro es importante para sí mismos. Lo que ignoran es que ésto no es medible objetivamente y que el acto de compararnos con este objeto nos predispone a malos momentos e incluso a depresiones.

Tal es mejor/peor que yo por...

Las personas utilizan diferentes tipos de información para establecer e interpretar si son "mejores" o "peores" que tal o cual persona. Éste es un proceso en el cual nos vemos imersos desde niños. Hace unos días, unos minutos antes de iniciar mi taller de Habilidades Sociales para niños entre los 8 y los 11 años de edad, observé algo que había observado muchas veces; la comparación que realizan los niños para sentirse por encima del otro. Entonces, el niño nuevo le preguntó a uno de los niños que ya venía asistiendo al taller "¿Cuántos años tienes?" el otro niño respondíó " tengo 8 años" a lo que el niño nuevo respondió "ah! yo te gano tengo un año más que tú!". Éste simple e inocente acto, nos sirve para darnos cuenta de la manera como el niño nuevo busca sentirse en una posición "superior" frente al otro niño posiblemente para sentirse más seguro en el nuevo ambiente. Después de todo, los niños consideran que entre mayor es una persona más fuerte, más inteligente y más hábil es. 

Con éste ejemplo lo que quiero que entiendan es que comparar las cosas, los objetos, a las personas e incluso a nosotros mismos es algo que se da desde muy pequeños y de manera natural, pero el hecho de que sea natural no debe servirnos para justificarnos el mal uso que hemos aprendido a darle a nuestra capacidad de comparar información. Como les dije líneas arriba, los niños piensan que la edad determina una especie de superioridad frente a otros niños. A medida que vamos creciendo, nos vamos dando cuenta de que la edad no es un determiante de superioridad, pues vas dandonos cuenta de que hay niños u adolescentes que aunque sean menores juegan mejor algún deporte o que sacan mejores notas, etc. El problema para muchos es que continúan con ésto en la edad adulta y están buscando constantemente el establecer situaciones o adquirir bienes y objetos que nos coloquen "por encima" de los demás. 

Por ejemplo, una de mis pacientes de 21 años de edad, acudió a consulta por primera vez por la gran ansiedad que le genera la incertidumbre de no saber si logrará cumplir su meta: el ser una empresaria exitosa a los 22 ó 23 años. Si bien mi paciente es muy inteligente y capaz, y además cuenta con el apoyo de su familia para emprender dicho reto, ésto no le genera actualmente un bienestar, sino una gran ansiedad. ¿Por qué? Cuando le pregunté ésto me di cuenta en sus respuestas que era porque se comparaba con otros compañeros que a su edad e incluso antes ya habían empezado su negocio propio. Cuando le pregunté por primera vez si eran todos sus compañeros los que habían logrado ésto me contestó que si. Sin embargo, al indagar un poco más, llegamos a la conclusión de que no eran todos, sino solamente tres. Ella esbosó una gran sonrisa cuando se dió cuenta de que solo se comparaba tres personas y no con las trescientas personas que pudiera tener como amigos en su facebook. Lo que a ella le sucedió nos pasa a todos en diferentes momentos cuando nos comparamos de manera poco saludable. Nos centramos tanto en descalificarnos a nosotros mismos por lo que la otra persona ya tiene y ya logró a una determinada edad, que ignoramos toda la demás e importantísima información que nos rodea.

Llega a un punto en el que ya ni la edad es referencia de compararnos de una manera poco saludable. Una compañera de la universidad lleva tres años trabajando en una consultora de recursos humanos. Desde que ingresó su jefa siempre la felicita y le ha dejado saber lo importante que ella es para la empresa. Sin embargo, cada cierto tiempo cuando ésta compañera no se siente satisfecha con los resultados de su trabajo se compara de inmediato con su jefa, afirmando una y otra vez que su jefa lo hubiera hecho mejor. Con lo cual se descalifica una y otra vez "por que su jefa es mejor que ella", ignorando el hecho de que su jefa le lleva por lo menos unos quince años de experiencia, maestrías y diplomados. Nuevamente, en el ejemplo se observa como es que ignoramos el 90% de la información objetiva con respecto a diferentes temas con lo cuales nos comparamos.

La verdadera utilidad de compararnos

El mensaje principal de éste post es el que sepan que compararnos en términos de "quién es mejor que quién" no tiene nigún sentido, ni objeto. Saber que alguien hace algo mejor o peor que tú no te hace mejor persona, no te da superioridad frente a ella, ni te hace menos. Las comparaciones deben ser realizadas de manera objetiva, tomando en cuenta toda la información entorno a lo que es comparado (sobre todo si se trata de personas). Si te vas a comparar con alguien que sea para ser tomado como un punto de referencia y no para descalificarte.

Por ejemplo, en nuestra sociedad parece muy importante para los jóvenes medirse a sí mismos en términos de "éxito" y "fracaso". De tal manera que consideran que sólo serán valioso y éxitosos si es que antes de los treinta (para muchos preferiblemente a los 25 años) tener un carro, su casa propia, un trabajo estable en el que ganen igual o más que los demás, salir con muchas personas, luego encontrar al amor de su vida. Todo suena ideal, pero es que ESO ES, solo un ideal. La vida y la realidad no comprende de ideales, es uno mismo el que se los impone y sufre de manera desdemdida cuando no los alcanza comparándose cruelmente con aquellos que aparentemente si lo han logrado.

En conclusión mis estimados amigos, está en sus manos asegurar su bienestar y salud emocional. Aquellos que de verdad quieran aprender a difrutar de un estado de paz y felicidad, deben saber que las comparaciones cuando son enfocadas como un acto de flagelación personal, para torturanos de manera continua por lo insatisfechos que nos sentimos con nosotros mismo, no se sentirán mejor por hacerlo y mucho menos estarán más cerca de lo que sea que estén buscando. Aquellos a los que les haya gsutado éste post, les recomiendo que lean también el post que escribí hace unos meses llamado "LOS ESTEREOTIPOS VS. LA FELICIDAD.

¡Mucho ánimo y fuerza! :)



4 comentarios:

  1. Definitivamente cierto... Cada vez lo hago menos.
    =)

    ResponderEliminar
  2. ¡Hola Lia!

    ¡Que gusto que lo estes haciendo menos, recuerda que como todo es cuestión de práctica! :) Muchas gracias por leer y escribirme!

    ¡Mucho ánimo y fuerza!

    ResponderEliminar
  3. Lindo tu post. Saqué un montón de información y afirmaciones que me han ayudado y dejado pensando mucho.

    Normalmente, o eso creo, no me comparo con los demás. Es que normalmente soy muy centrada en mi misma, pero si me comparo a mí con la versión que tengo en mi cabeza de lo que realmente, o como, me gustaría ser.

    Creo que debería ser de una forma a la que no me atrevo, o pienso que “no puedo” o que no voy a lograr. Y mientras, deambulo en esto que soy ahora. Aceptando lo que hay… obviamente insatisfecha conmigo misma y con lo demás, y eso, obvio, no me ayuda mucho.

    Pero la verdad es que tienes razón, las comparaciones no sirven y, desde mi punto de vista, además de por todas las razones que tú ya nos has dado, porque nadie es mejor que nadie. Todos somos diferentes y únicos. Todos tenemos nuestro propio camino en la vida y que debe ser medido en base a nuestros propios gustos, talentos y esfuerzos.

    Pero me quedó una pregunta, cómo se llega a estar más cerca de lo que estás buscando?

    ResponderEliminar
  4. ¡Hola Silvana!

    Líneas arriba me dices "Aceptando lo que hay... obviamente insatisfecha conmigo misma...". Me da la impresión de que no es que te aceptes, sino que estás resignada. La aceptación personal no nos trae insatisfacción, sino todo lo contrario.

    Existe en la vida que podemos aceptar con condiciones, como el contrato de alquiler de la renta de un departamento. Pero cuando hablamos de "algo" o mejor dicho "alguien" que amamos, la aceptación es incondicional. Por ejemplo, ¿amas menos a tus padres por que tienen defectos?, ¿No verdad?, ¿Los amarías más si no tuvieran defectos?, ¿tampoco verdad? Seguramente muchos de sus defectos no te gusten, pero eso no quiere decir que estés insatisfecha con ellos.

    Al decir "Aceptando lo que hay... obviamente insatisfecha conmigo misma..." lo que veo es que esa "aceptación" que mencionas parece ser más una resignación al rechazo que sientes hacía ciertos apectos de ti misma. El amor, el amar es algo incondicional, pero creo que le pones condiciones a tu amor propio.

    Acerca de "¿Cómo se llega a estar más cerca de lo que estás buscando?" Primero que nada teniendo bien en claro que tu sola existencia te hace ilimmitadamente valiosa, y que no necesitas nada más que existir y ser tu misma para. Solo si valoras, comprendes y aceptas incondicionalmente ser quien eres hoy podrás estar más cerca de lo que tú, yo y todos estamos buscando (y que podemos práctica encontrarlo): ser felices, sin que nuestras metas personales supongan una traba para éste fin, sino que constituyan una fuente de motivación constante en la construcción de nuestros sueños.

    ¡Mucho ánimo y fuerza Silvana! :)

    ResponderEliminar