martes, 21 de diciembre de 2010

LO INNECESARIO DE VIVIR PREOCUPADO


la vida misma nos trae día a día una serie de obligaciones, responsabilidades, situaciones o acontecimientos, sobre los cuales tenemos que tomar decisiones y/o llevar a cabo acciones de la mejor manera posible.

Esto en la mayoría de las personas ejerce una gran presión, estrés, ansiedad, preocupación, etc. Y definitivamente, querer cumplir y hacer las cosas lo mejor que podamos es algo muy bueno. Sin embargo, ¿Es necesario vivir preocupado más de la cuenta para lograrlo?

La respuesta es NO. Es decir, preocuparse no está mal, es en sí una respuesta natural que nos puede ayudar a estar atentos a aquello que esperamos resolver o que se resuelva. Sin embargo, preocuparnos más de la cuenta, por más tiempo del necesario, en definitiva no es ninguna garantía de que las cosas se resolverán más pronto o de mejor manera. En realidad, solo produce el efecto contrario, pues, entre más excedan los niveles de preocupación de manera desproporcional a la situación preocupante menos eficientes nos volvemos, y alcanzamos niveles de estrés tan altos que nuestra capacidad para disfrutar la vida y de percibir otros acontecimientos positivos que nos puedan estar sucediendo comineza a verse cada vez más limitada.

Cuanto más tiempo pasamos preocupados, lo vamos volviendo un hábito, del cual aprender a cambiarlo representa un reto para muchos. El cambiarlo, supone aprender a relajarnos, no solamente a través de ejercicios de respiración, sino también de forma cognitiva a través del cambio en nuestra manera de pensar. Aquellos que defienden su excesiva predisposición a la preocupación tras un "yo soy así", son quienes más se aferran a la "supuesta seguridad" que les genera la misma.

A menudo las personas que se preocupan demasiado, son personas que se responsabilizan demasiado. Ser responsable es muy bueno, sin embargo, responsabilizarnos de todo lo que pasa y de todos, hasta de aquello que escapa a nuestras responsabilidades es un exceso, que como cualquier otro también nos hace daño.

La poca tolerancia a la frustración también juega un papel importante, ya que llegan a considerar como "terrible o catastrófico" cuando algo no sale como esperaban.

Vivir preocupados en exceso, nos lleva a experimentar una desesperanza continua, con la cual perdemos perspectiva del para que vivimos, olvidando que es para ser felices.

Cuando nos habituamos a vivir así, llega un punto en el cual, cuando ya no hay nada de que preocuparse nos resulta tan extraño e incómodo, que comenzamos a buscar con la misma desesperación de que estarlo.

Romper el hábito solo depende de ustedes.

Ánimo y fuerza, sé que lo lograrán!

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